La champaña de la señorita

A veces sueño con ponerme una academia para meseros y meseras. La primera vez que hablé de esto fue con Cesitar, el adorable abuelo de mi amiga Ana María, un restaurantero colombiano con quien conocí la versión tica del Ajiaco, mi sopita favorita.

Sin embargo, no voy a abrir una academia para meseros y meseras. Yo me dedico a otras cosas y además, en Costa Rica tendría algunos problemas para que ese negocio prosperara. ¿Por qué? A pura intuición, diré que porque no existe incentivo alguno para mejorar, ni para quienes sirven ni para las personas propietarias del negocio. ¿Las causas? Aquí van mis hipótesis absolutamente sesgadas e irresponsables:

  1. La propina está incluida. Esto implica que quienes sirven no tienen un incentivo real para dar un buen servicio. Después de todo, el 10% de la cuenta va a llegar de todas maneras. Quienes atienden bien lo hacen por su motivación intrínseca y eso, cuando no se trae «de fábrica», es difícil de construir en poco tiempo. Punto menos para la rentabilidad de mi escuela.
  2. Algunos extraños rasgos de nuestra idiosincrasia conforman un curioso cóctel: por un lado, se hace todo lo posible por evadir el conflicto y por el otro, se considera conflicto hasta la más mínima dosis de franqueza. Así, la clientela soporta todo, se queja en voz bajita, promete jamás regresar; pero poquísimas veces manifiesta su insatisfacción con el servicio o con la comida. Y lo peor de todo: siempre regresa.
  3. El costo de una queja es sumamente bajo. En otros países, los formularios de quejas son tomados en serio, de manera que las personas propietarias de los negocios hacen lo que es casi imposible para evitar recibir una queja. En Costa Rica eso no existe y el riesgo reputacional se ve afectado únicamente por las quejas en las redes sociales, lo cual nos lleva de nuevo al punto 2. ¿Cuántas personas se quejan? Pocas. ¿Cuántas de las que no se quejan piensan peor de quien se quejó que del negocio afectado? Mis antenitas de vinil me dicen que muchas más.

Así que al parecer, estoy condenada al sufrimiento por mala calidad del servicio hasta el fin de mis días. Por eso, al menos voy a escribir aquí mis crónicas del desconsuelo. Todas y cada una de mis quejas van dedicadas al mejor mesero del mundo, a ese que puso la barra tan alta, que me hace abrir un blog más de 35 años después de encontrármelo. Nunca sabré su nombre, pero esta es la historia:

En San José centro existía un restaurante llamado El Chalet Suizo. Mis papás me llevaban con frecuencia junto a mi hermana y mi hermano. Una de las cosas que me encantaba, era que a pesar de que yo aún no sabía leer, el mesero me entregaba un menú. Eso me hacía sentir importante y autónoma. Me hacía sentir persona.

Un día, no sé cuál mosquito me picó. Cuando el mesero preguntó: «¿Qué quiere tomar la señorita?», yo contesté: «Champaña, por favor». Por supuesto que hubo risas, pero el mesero tomó la orden como si aquello fuera muy normal. Él recordaba que yo siempre pedía Fanta Naranja, pero esta vez, trajo la botella de Fanta envuelta en una servilleta y dentro de una hielera para champaña. ¿Se lo imaginan? Ese es el único referente que admito de príncipe encantado.

Donde estaba el Chalet Suizo

Desde entonces, solo he encontrado un mesero a quien le daría la medalla de plata: Daniel, quien atiende en el restaurante libanés Phoenicia. Daniel mantiene el equilibrio perfecto entre saberse todos los nombres e ingredientes de los platos en libanés, estar atento constantemente y sin embargo, no empalagar con sus atenciones. El dueño del lugar me ha pedido que no se lo diga, porque después ¿quién se lo aguanta? pero no puedo callármelo. ¿La medalla de bronce? José, el mesero de Noguchi Asian Food en La Sabana.

Un señor con estrella

Papel metálico desde el techo hasta el piso, cortado en largas tiras que se movían con el viento de los ventiladores. Salía don Santiago Ferrando (un señor moreno, de baja estatura, con acento peruano). En aquel tiempo, la Gloria Estefan no era famosa. Cantaba «Regresa a mí» en Las Estrellas se Reúnen para darse a conocer como Miami Sound Machine. El pelo al estilo Farrah Fawcet (perdonen que no es brinde una referencia más actual, pero ya nadie usa el pelo de esa manera… tal vez sea como el de Jackie de That 70’s Show, rizado con rulos y secadora de pelo a todo lo que da). Y un lunar. Es el mismo lunar que la Estefan tiene ahora, pero era más grande, o al menos así me parecía.

Después de comerciales, volaba una lata de atún tesoro del mar hacia la pantalla. El efecto especial multiplicaba las latas de atún hasta el fondo como creando un túnel. Aquello era lo más chuzo que se veía en la televisión nacional (al principio) pero después fue lo más polo que se había visto en la televisión nacional (al final).

También había unas secciones presentadas por cinturones Frank. Esos no volaban pero una se preguntaba invariablemente quién diablos iba a comprar una faja por haberla visto anunciada por María Cecilia Márquez. La Márquez era una señora de buen ver que cantaba más o menos feo. La habríamos olvidado, de no ser porque años después fue famosa otra vez: era ella la que viajaba a comprar vestidos a París con un dinero que nadie sabe de dónde lo sacó su marido, Carlos Hernán Robles. Eran los tiempos en los que existía un banco llamado Anglo. O sea, estaba el BCR, el Nacional, el de Crédito Agrícola, el Popular y el Banco Anglo Costarricense. El señor Robles era gerente del extinto.

También había una presentadora que luego fue diputada por el Movimiento Libertario: Evita Arguedas. Ajá, no estoy jodiendo. Evita era muy joven y era más alta que don Santiago y no le hacía tan mal a eso del micrófono. Lo hacía mejor que como diputada, sin duda.

Pero un día don Santiago ya no apareció más con su traje y su pasión (no que se le notara porque era más bien seco, pero hay que tener pasión para presentar un programa de televisión durante 20 años seguidos). La verdad sea dicha: don Santiago era un señor presentador, porque aunque yo a esa edad no tenía criterio alguno para valorarlo, lo recuerdo como a alguien que hacía todo lo posible porque en este país se apreciara la música nacional y se le diera un lugar a las estrellas del momento. Nombres como Sandro, Camilo Sesto, Pérez Prado y la Sonora Santanera (cuando el promedio de edad rondaba los 500 años, no como ahora que son puro relevo) y nacionales como Margarita Liby, Jenny Castillo, Los Abejorros, Los Hicsos, Los Alegrísimos y quién sabe cuánta reliquia más, dejaron de aparecer -aunque fuera doblando- en televisión, a partir de la muerte de don Santiago Ferrando.

Y dejamos de ver a los atunes jugar a los platillos voladores. También dejamos de ver los cinturones Frank anunciados con la voz de don Rodrigo Sánchez (también muerto). Dejamos de ver escenografías setenteras y glamorosas wannabe -al menos hasta que llegó A Todo Dar- y sobre todo, dejamos de dar espacios constantes, respetuosos y en horario estelar, a los artistas nacionales.

Les cuento esto, para que sepan que todo tiempo pasado fue mejor. O no.

De cómo Kurt Cobain nos salvó la vida

Desde la caída del muro hasta ¿Nirvana? vivimos unos tres años de desesperación que parecían no tener intenciones de acabarse.

Se lamentaba que en «su época» el rock mexicano se había convertido en lo que el grupo Panda podía dar. O Moderatto. Moenia. ¡Háganme ustedes el favor! y entonces cuando le dije que yo escuchaba Caifanes y La Maldita en los noventas me miró fijamente con los ojos vidriosos por la envidia:
– ¿Fuiste adolescente en los tiempos del grunge?
Yo jamás lo había pensado, pero sí, el grunge nos salvó la vida.

Imagínense ustedes que en Hola Juventud… Espero que recuerden ese programa, pero es capaz que no… aquí vamos: Hola Juventud fue el programa de videos más importante de la televisión nacional por siempre. Fue Nelson Hoffman quien me escandalizó los ojos con los videos de Queen mientras yo me preguntaba cómo sería ese mundo que había más allá del camino entre la casa y la escuela, donde existían hombres como Freddie Mercury con sus labios pintados, sus chapitas en las mejillas y mallas brillantes. Me preguntaba qué otras cosas no estaban en los programas de primaria ni entre los discos de acetato de mis papás. ¿Qué era ese rollo de un tal Boy George? y ¿qué ondas con la tal Sabrina que cantaba espantoso pero tenía su video siempre en primeros lugares? Al respecto, he aquí un poema de Ricardo Marín:

Sabrina Salerno

Y fue en esa tarde
al apagar el Atari
que algo se ponía duro
como el mundo.

Hola Juventud

Y cuando terminó Hola Juventud (tal vez con nuestra juventud y definitivamente con la de Nelson Hoffman) se terminó una época. Se acabaron las tardes de pegarse a la tele para que él con su calva y cola de caballo dijera: «a continuación, Roxette con ¿Cómo lo haces? (o sea, How do you do) y luego I want to sex you up» (que la decía en inglés porque ¿cómo traducir eso?). Pero antes de acabarse -que no iba a hablar yo de Hola Juventud sino del ser adolescente en los noventas- imagínense esto:

Michael Bolton, Rod Stewart, Paula Abdul… pop, pop, pop, pop rock, más pop, tecnho pop, más pop y lo que haya sido que cantaba Mariah Carey. Ya se había descubierto el fraude de Milli Vanilli, un par de tipos que habían sido bailarines de la Sabrina ya mencionada pero no cantaban ni los pollitos; una de las tantas estafas de esa industria musical que ahora nos trata a todos de ladrones. Y de pronto, Nirvana con Smells like teen spirit. Imagínense la escena en tonos de gris y una con cara de morirse sin siquiera tener ganas de cambiar los canales porque no tenía cable ni otro programa al cual huir. Y aparece Kurt Cobain diciendo que el mundo es una mierda y que estamos todos hartos de que todos se hagan los que no saben que el mundo es una mierda. Hartas de que nos quieran convencer de que las cosas están tuanis y que queremos salir del cole, entrar a la u, endeudarnos, casarnos, tener hijos, convertirnos en señores y señoras de más o menos éxito, aburrirnos jugando cartas o bingo y envejecer hasta convertirnos en abuelas sentadas en la mecedora a las cuatro de la tarde esperando el pan. Suena bien eso de esperar el pan a las cuatro de la tarde, pero lo demás no necesariamente sonaba bien.

Por más que intento, me quedo corta tratando de explicar. Les hablo de la vida después de la primera guerra del golfo, cuando ya CNN nos había advertido que la vida real parecía un videojuego, imbéciles como George Bush dominaban el mundo y ya no existía quien le dijera a los gringos que el planeta no era su parque de diversiones. Desde la caída del muro hasta ¿Nirvana? vivimos unos tres años de desesperación que parecían no tener intenciones de acabarse. Del rock y la rebeldía solo quedaban Scorpions y Bon Jovi (que comparándolo con el pop, digamos que es rock). Para una adolescente promedio, en tiempos en los que la Internet era más o menos ciencia ficción, Smells like teen spirit no podía tener un mejor nombre. Y a partir de ahí, Alice in Chains, Pearl Jam, Soundgarden, Stone Temple Pilots, Temple of the Dog (¿sí escucharon ese proyecto?) y luego las propuestas nacionales como Hormigas en la Pared, Flores Muertas, La Nueva P… todos ellos nos salvaron la vida por marcar un antes y un después en una época plagada sobre todo, de aburrimiento y de una total y profunda desesperanza que ni siquiera éramos capaces de nombrar.

Se ha estudiado poco sobre cómo la música es el primer aroma de los cambios y sobre la forma en la que los movimientos sociales se anuncian abiertamente en los movimientos musicales sin que el sistema de control parezca darse cuenta. Para mí, esa es una verdad y por eso hay que ponerle atención a los intentos de controlar las expresiones artísticas. Yo digo por ejemplo, que en el rock urbano mexicano posterior al terremoto del 85 ya se veía venir el levantamiento zapatista del 94. A ese levantamiento, que transformó el mundo más de lo que se haya admitido, le debemos la vida como la conocemos hoy, porque nos volvió a despertar la esperanza de que el poder también habita en otra parte, en nosotros mismos.

Pero no me quiero ponerme más seria. Les regalo este reportaje que la cadena MTV realizó sobre el movimiento zapatista. Por si no lo sabían, los zapatistas realizaron la mejor campaña gratuita de medios que haya visto la historia previa a la Internet 2.0 y MTV – para bien o para mal- fue parte de eso. Era otra MTV. Eran otros tiempos.

Un regalo, una oportunidad. ¿Qué regalar a las niñas?

Varias veces, he recomendado libros o juguetes para regalar a las niñas. Me preocupa el peso tan importante que tienen los mensajes implícitos o explícitos que le decimos (al respecto pueden leer el artículo que traduje) y pienso que los regalos son una oportunidad de mover un poco las estructuras hogareñas que sostienen los estereotipos como: «las niñas juegan con muñecas y los niños, con robots».

El ejemplo que casi siempre decimos quienes hablamos de estos temas en charlas o cafés es el siguiente:

Cuando una niña le arranca la cabeza a su muñeca, las reacciones son de espanto. «¿Por qué? ¡Qué destructora! ¡Pobrecito el bebé!». Cuando un niño lo hace, o desarma un carrito o el robot, es posible que también lo regañen pero muchas veces la reacción es: «¡Qué curioso que es! ¡Está investigando, déjelo».

Prácticamente todos los estudios en distintos contextos señalan que existe una preocupante escasez de mujeres en las áreas de ciencia, tecnología, matemáticas y tecnología. Por supuesto que no es casualidad y aunque tampoco podemos afirmar que los juguetes son los culpables, sí son una gran contribución que todos podemos hacer con una niña, cuando le compramos un regalo.

Por eso, voy a tratar de hacer una lista de regalos que yo recomiendo. Pueden dejar sus sugerencias en los comentarios y los iré agregando aquí:

 Regalos de personajes de la televisión

Todos sabemos que los chicos saben muy bien quién es Manny pero no existe algo como «Las maravillosas aventuras del tío Carl» (Carl Sagan, algún día estarás en los dibujos animados). Pero igual, entre esos personas podemos elegir cuáles sí y cuáles no, muestran un rol interesante.

kit-imprimible-candy-bar-doctora-juguetes-cotillon-tarjeta_MLA-F-3718739248_012013La doctora juguetes: esta pequeña doctora, habla con los juguetes y realiza diagnósticos a partir de sus propias investigaciones sobre los síntomas y el contexto. Anota los datos en su cuaderno y hace algunos análisis hasta llegar a la causa del trastorno. Su familia además, es multiétnica. Este personaje está aprobado. En inglés se llama Doc McStuffins.

 

 

CABECERALos Backyardigans: esta serie (que ya no sé si se produce pero sí se transmite) nos muestra un grupo de amigos que a pura imaginación, construyen las más interesantes historias. Sino es posible salir al patio a imitar a los Backyardigans, al menos elijamos esos personajes. Además, la música de la serie es de lujo.

Peppa Pig2Peppa: esta cerdita es personaje de una serie que se desarrolla prácticamente dentro de la familia. No es mi opción favorita porque más allá de mostrar los roles muy bien equilibrados entre papá y mamá, no contiene ningún estímulo hacia la ciencia, pero tampoco hace daño.

 

¿La chica fresita? No. ¿Princesa Sofía? Jamás. ¿La casa de Mickey Mouse? No. ¿Jake y los Piratas? No. ¿El tren Thomas? Jamás. ¿Manny? Me encanta Manny por tratarse de un personaje inmigrante inserto al 100% en una comunidad y por su espíritu de colaboración, pero las niñas generalmente buscarán identificarse con personajes femeninos. ¿Agente Oso? No está mal, aunque no es de mis favoritos.

Libros

Las librerías en Costa Rica tienen muy poca variedad de libros para niños. Para empeorar, la selección a partir de los 4 años está plagada de libros de personajes de la televisión.

En general, mi recomendación es buscar libros que no tengan marcas de personajes de la t.v porque eso no permite estimular la imaginación. No es lo mismo construir en la mente un personaje nuevo, desconocido, para el cual debemos imaginarlo casi todo, que leer un cuento sobre La Sirenita. De inmediato, recordaremos los escenarios y dibujos de ese personaje, en lugar de imaginar.

downloadTambién encontrarán libros de princesas… Por favor no los compren a menos que sea «Princesas olvidadas o desconocidas» de Edelvives. Ese, habla precisamente de las princesas que se salen del molde. No llegaremos lejos si le decimos a nuestras niñas que las queremos más cuanto más lindas, sumisas y vanidosas sean.

Y con los libros, muchas veces debemos hacer un esfuerzo más. La primera reacción cuando los chicos reciben un libro como regalo puede ser de rechazo, porque no ven a nadie leyendo en su familia o porque se acostumbraron a los juguetes de otro tipo. Los libros entonces deben ser un regalo extendido: hay que sentarse a leerlo con ellos, mostrarles los dibujos y convencerlos de que es un objeto maravilloso. Se logra fácilmente, pero requiere tiempo de la familia y los maestros. Si el libro se le regalará a un niño que no tiene ninguno, habrá que empezar por uno de personajes de la televisión, pero siempre ¡léanlo! Jamás le regalen a un niño o niña un libro que ustedes no han leído.

Lego Duplo o Lego Friends

Mucho se ha hablado sobre los lego para niñas. Que si son rosados, que si profundizan estereotipos por incluir flores, gatos, roles «domésticos» etcétera. Yo me remito a lo que apuntaron las investigaciones realizadas por Lego: si hubieran hecho los juguetes sin muñecas distintas al tradicional figurín sin cintura y con los mismos colores, las niñas no los adoptarían y entonces, perderíamos todas las bondades que tiene este tipo de juguete.

Workshop

De mi parte, ni siquiera lo dudo: los Lego Friends son un excelente regalo que las niñas reciben con emoción. Igual, si se trata de alguien con quien tenemos contacto frecuente, el regalo puede extenderse con visitas para armar nuevas figuras distintas al catálogo (porque tenderá a suceder que se arme solo lo que viene en la foto).

Los Duplo son para más chiquitines y también son un regalo que las niñas reciben bien, aunque los Lego Friends sean mucho más llamativos.

Juguetes «inteligentes»

Existen distintos telescopios, juegos de química y otros juguetes llamados «inteligentes». Todos son una buena opción, dependiendo de los intereses de la niña. Ahora tenemos unas maravillas hechas por GoldieBlox que están disponibles en Amazon.

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En este artículo encontrarán más opciones de juguetes extraordinarios.

En el país hay varias tiendas:

http://www.juguetesinteligentesdelmundo.com/

http://www.steren.cr/kits/ (un kit de Steren me hubiera cambiado la vida)

Kreativity

Es importante no rechazar los juguetes de este tipo que tienen forma de chocolates, pasteles, collares etcétera. Se han diseñado especialmente para estimular el pensamiento matemático, entre otras cosas importantes, y aunque siguen siendo rosados y de alguna manera nos remiten al rol tradicional, son muy atractivos para ellas. Tampoco rechacen lo contrario: cajas de herramientas, kits electrónicos, aviones de armar aunque debemos medir la apertura en la familia hacia estos juguetes considerados como masculinos. Si no dejarán a la niña jugar con ellos, mejor optemos por algo menos controversial.

Recordemos que lo importante es generar capacidades y tratar de que las chicas tengan las mismas oportunidades de aprender y de experimentar que los chicos. Eso, les permitirá cuando grandes, tomar las decisiones más apropiadas. No las estamos moldeando, les estamos abriendo puertas. Serán chefs, ingenieras, modelos, futbolistas, escritoras, vendedoras, doctoras, mecánicas, amas de casa o lo que quieran. Lo importante es que ayudemos a que sean ellas las que decidan qué quieren ser y de qué manera lo harán. Atiborrándolas de princesas definitivamente no les haremos ningún favor.

 

 

 

La propiedad intelectual en el caso de la artesanía en Costa Rica

En Costa Rica, como en el resto del mundo, el sector artesano está siendo seriamente afectado por la importación de artículos de bajo costo que compiten con sus creaciones. Estos objetos en la mayoría de los casos no pueden ser considerados como imitaciones pero por ser vendidos a precios menores que los elaborados a mano en el país, muchas veces son preferidos por los turistas.

El caso más connotado es el de la Asociación de Artesanos Pura Vida en contra de Café Britt. Lo recordé el año pasado cuando entré a una de las tiendas Britt del Aeropuerto Juan Santamaría y escuché a una pareja de turistas conversar con tono molesto, acerca de los bajos precios de los artículos en contraste con los que habían comprado «afuera». «Debe ser que esta es una tienda subsidida por el gobierno», alcancé a escuchar. Y claro, tuve que meterme en la conversación para decirles que por favor leyeran la etiqueta de lo que estaban viendo y revisaran dónde estaba hecho. Me respondieron sorprendidos y hasta me regañaron: «¿Cómo ustedes permiten que esto suceda?». No tuve respuesta pero decidí realizar esta pequeña investigación que hoy pongo a disposición de ustedes.

Se relata en este trabajo el caso de esa Asociación en contra de Britt, para fundamentar si existe propiedad intelectual irrespetada en los hechos que se han denunciado. Por si no quieren leer, la respuesta corta es: no, no existen bases para demandar. Pero ojalá lean, porque a partir de ese caso, menciono brevemente una posibilidad de creación de una marca colectiva para algunos artículos de artesanía y diseño local en el país.

Se presenta además, una selección de mecanismos de regulación de la propiedad intelectual que se pueden aplicar a la artesanía. Se han seleccionado de acuerdo con un trabajo realizado por Koziner para el caso de la artesanía boliviana, en el cual esa autora se inclina por  las denominaciones de origen y marcas colectivas, como los más viables. De ahí que el diseño industrial (figura que podría utilizarse también para artesanías) no se profundice; algo que se fundamenta también en que el enfoque de este trabajo se dirige hacia la promoción de una alternativa colectiva, más que una protección individual de diseños.

Considero que las marcas colectivas y denominaciones de origen son alternativas válidas para evitar la apropiación con fines meramente comerciales, de las creaciones culturales y expresiones de las comunidades. Esto requiere de procesos colectivos bien realizados y de una cohesión social importante, pero también, de abandonar el discurso fácil sobre la propiedad intelectual como un demonio por erradicar. La cultura libre no se sostiene permitiendo que otros se apropien de lo que queremos compartir, sino protegiendo de la apropiación indebida y permitiendo que todos tengamos acceso a los bienes culturales. En medio de eso, los artistas deben recibir remuneración por su trabajo y por eso, considero que esas dos figuras son buenas opciones para empezar a cambiar nuestro abordaje en algunos casos.

 

 

¿Por qué no apoyo la reforma de «Fotocopiar para Estudiar»?

Para mucha gente ha sido una sorpresa, mi negativa a apoyar la reforma a la Ley de Derechos de Autor que pretende otorgar a los estudiantes, el derecho a sacar fotocopias de materiales que necesitan para estudiar. ¿Cómo, una defensora del conocimiento abierto, puede oponerse a algo así? La respuesta simple es: porque ese derecho ya existe y constituye una de las excepciones al derecho de autor que nuestra ley contempla. La respuesta complicada es: porque el conocimiento abierto, el software libre y la cultura libre dependen de que se respeten los derechos de autor. También, porque esta reforma de visión cortoplacista desperdicia la oportunidad de enmendar a profundidad las leyes nacionales sobre estos temas.

Sobre la respuesta simple: aunque la redacción sea confusa y desactualizada, nuestra ley de derechos de autor contempla la reproducción con fines académicos sin fines de lucro como una excepción, lo cual quiere decir, que es permitida bajo ciertas condiciones: 1. Debe ser sin fines de lucro; 2. No debe dañar el normal comercio de la obra (es decir, no puede clonarse ni copiarse un libro completo porque eso afecta los intereses de la editorial y del autor de la obra); 3. Debe indicar los créditos y otros datos de la obra (¿Quién no ha recibido una antología mal hecha que imposibilita saber quién es el autor del  capítulo? ¿Eso beneficia al autor? ¿Le respeta?).

Entonces ¿Por qué tanto alboroto?

1. La culpa es de las editoriales

Las casas editoriales se han dedicado a desinformar a la población y a perseguir a los negocios de fotocopias. Esto ha generado el malentendido de que se persigue a los estudiantes y aunque el efecto práctico lo parezca, es diferente. Pero ojo, que esta desinformación no es solo responsabilidad de las editoriales. ¿Qué mejor campaña de desinformación que la que estamos viendo en los medios? ¿Qué mejor manera de hacerle el favor «a enemigo» que decirle a la gente que sin esta reforma no tienen derecho a fotocopiar?

2. La culpa es de las editoriales y de la complacencia del aparato estatal

El precio de los libros en Costa Rica es absurdamente alto y el libro es un artículo de lujo que pocos podemos pagar. ¿Se ha hecho algo para mejorar esta situación? Nada. ¿Ha obligado la reforma actual a las editoriales a sentarse a la mesa de negociación? No. ¿Dónde están las editoriales, causantes de todo este embrollo? Ni idea. Calladitas y felices con la campaña gratuita de desinformación.

La complacencia del aparato estatal no termina con el precio de los libros, también pasa por haber permitido la persecución a los fotocopiadores sin intervenir para aclarar los malentendidos.

3. La culpa es del sistema legal que no se adapta a las nuevas realidades

Hasta antes de la aparición de la fotocopiadora y posteriormente, del formato digital, todas las personas dependíamos de las editoriales, casas disqueras y distribuidoras de productos culturales. Actualmente, muchos de nosotros podemos tener una imprenta en casa (llámese procesador de textos + impresora) o de plano, ni la necesitamos (leer en la pantalla, compartir un PDF, MP3, etcétera). Es cierto que el acceso a un equipo de cómputo no es la norma pero es claro que la tendencia hacia el formato digital no se va a detener. El debate de fondo entonces es, cómo diferenciar qué constituye un delito penal y qué no.

El problema que «resuelve» la reforma actual: fotocopiar con fines académicos es legal, pero cobrar por las fotocopias no lo es

Al incluir una ganancia, la actividad con fines académicos por parte del estudiante (a quien nadie puede perseguir por ese hecho) convierte esa actividad en una con fines de lucro por parte de la empresa de copiado. Es decir, el tema aquí es ¿cuántos estudiantes tienen acceso a una fotocopiadora que no les cobre más que el costo? Ninguno. ¿Y entonces, cómo ejercemos nuestro derecho a fotocopiar con fines académicos si no tenemos el aparato? Ese es precisamente el punto que la reforma pretende resolver, de una forma que yo llamaría, desafortunada.

No se mata un elefante con un matamoscas

El debate sobre derechos de autor y el acceso al conocimiento y la cultura es muy complejo (el elefante) y va mucho más allá de otorgar un permiso a los negocios de fotocopiado (el matamoscas). ¿Por qué debemos reformar la ley de derechos de autor para otorgar un permiso especial a un tipo específico de negocio? Que me respondan los legisladores, que para eso les pagamos. ¿Qué se resuelve con eso? El ingreso mensual del negocio de fotocopias. Si se resuelve algo más, les agradezco que dejen la idea en los comentarios.

Tampoco se mata una mosca con un elefante

Al defender un extraño y cuestionable derecho a lucrar haciendo copias de materiales protegidos por el derecho de autor (la mosca), la solución que encontraron los legisladores (porque el voto fue unánime y entonces la culpa no es solo del diputado Villalta) fue eliminar las penas de cárcel para todas las infracciones al derecho de autor de obras literarias, artísticas y científicas. Entiéndase, no solo el libro de química general de un autor que ya está pensionado y tal vez estará feliz de que su libro se siga multiplicando; se  eliminan las penas de cárcel contra organizaciones, empresas, individuos que lucren con las obras del sector creativo del país. ¿Nos parece excesiva una pena de cárcel en ciertos casos? Es un tema importantísimo, pero no se resuelve con un parche.

Como promotora del conocimiento abierto y la cultura libre, abogo porque los creadores compartan sus obras y comprendan que el conocimiento que construyen se basa en el de muchas otras personas que estuvieron antes que ellos. Sin embargo, defiendo por completo el derecho que tienen para decidir cómo quieren distribuir su obra. Quienes programan software libre, decidieron compartir ese programa y es el sistema legal el que defiende sus intereses y los de la colectividad que se beneficia de su trabajo. Pero aquellos inventores, artistas, académicos que no quieren dar acceso abierto a sus obras, también tienen derecho a hacerlo. La salvedad a eso sería, que esas obras se hayan realizado utilizando fondos públicos, un debate que lamentablemente este proyecto de ley tampoco resuelve ni toca.

Lo que sí hace la reforma, es despenalizar ambos casos y dejar en desprotección a la industria cultural, a los productores de programas de cómputo y a muchos otros creadores, sean éstos micro, pequeños, medianos, grandes y enormes. Tendemos a imaginarnos siempre a la malévola industria que nos llama ladrones antes de cada película en el cine o a cualquier intermediario que recibe la gran porción del pastel. Y aunque lamentablemente sí estoy defendiendo con mi oposición, los intereses de empresas que considero perversas en su modelo de negocio; no puedo dejar de hacerlo, porque estamos también desprotegiendo a esa pequeña y mediana empresa de profesionales de ingeniería, programación, diseño gráfico, producción audiovisual entre otros campos; y porque de paso, estamos promoviendo la mafia de la piratería que ya en otros países está ligada al narcotráfico y a las redes delictivas en general. Las películas de la Avenida Central no son hechas por un padre de familia sacando copias en su computadora Pentium II, sino por distribuidores masivos de contenidos que lucran con las creaciones de otros. Y claro, esos otros probablemente sean los abusivos estudios cinematográficos con sus precios elevados y sus políticas absurdas, pero un problema complejo no se resuelve con un parche y no puedo poner mis intereses individuales sobre los intereses de la colectividad.

¿Cuál sería mi propuesta?

1. Empezar a resolver el enorme desequilibrio existente respecto a la defensa de los intereses comerciales en materia de derecho de autor frente al derecho al acceso a la cultura y el conocimiento de la colectividad (ambos consagrados en la Declaración de los Derechos Humanos). Se debe  empezar por diferenciar al crimen organizado que lucra con las copias de películas, música y libros y que falsifica zapatos, champú y medicamentos; del adolescente que descarga una canción de forma no autorizada a través de la Internet o comparte un libro en PDF. En el primer caso sí corresponde al Estado perseguir eso como un delito. En el segundo caso no y debe tramitarse por la vía civil. Eso, mientras el movimiento de cultura libre, el acceso abierto y la realidad del formato digital, le abren los ojos a la industria cultural para que entienda que su modelo de negocios está obsoleto y que criminalizando a su público meta no va a sobrevivir.

2. Abrir el debate sobre el precio de los libros y la imposibilidad de conseguir material académico de calidad en este país. Si las editoriales y distribuidoras no quieren invertir en su negocio y pretenden mantener los precios prohibitivos, entonces debemos en conjunto pensar en una solución favorable al público.

3. Difundir que el derecho a fotocopiar para estudiar ya existe. Una reforma ideal a la ley, exigiría que las editoriales incluyan en su leyenda odiosa de «Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial…» alguna nota que indique que dependiendo del país donde esa obra se distribuye, existen excepciones al derecho de autor que anularían esa prohibición.

4. Las instituciones académicas deben asumir su papel. Les corresponde a estas resolver cómo proveer a los estudiantes de esos materiales en formato digital (por ejemplo), volver a dotar a las bibliotecas de las obras que necesitamos y tener dentro de su marco los centros de fotocopiado trabajando al costo o con ganancias que se destinen a fines que no sean el lucro.

5. Aprovechar la oportunidad para hacer una reforma real. Se debe mejorar la redacción de las excepciones que contempla la ley e incluir las que nos faltan y sí se contemplan en países de la Unión Europea. Un ejemplo de esas es la excepción para poder convertir a Braille las obras literarias. Otro tema por debatir es el acceso público que deberíamos tener ala investigación realizada con fondos públicos e incluso, a los desarrollos de software que las instituciones estatales compran con nuestros impuestos.

6. El Estado debe asumir su papel y realizar campañas informativas sobre estos temas. En la sociedad de la información y el conocimiento, la propiedad intelectual constituye como nunca antes, una herramienta que todos debemos saber manejar. Estas campañas deben incluir por supuesto, los modelos alternativos que proponen el conocimiento abierto y la cultura libre, de manera que las personas podamos elegir cómo queremos compartir nuestras creaciones, cuáles son nuestras obligaciones y cuáles son nuestros derechos.

En síntesis

En el campo de los derechos de autor todos tenemos distintos roles como autores, consumidores y distribuidores pero ahora mismo tal parece que únicamente somos víctimas de un sistema legal que protege los derechos «sagrados» de los intermediarios y desprotege el interés de las mayorías. Por eso mismo, los proyectos de ley deben pasar del populismo y el cortoplacismo, a resolver los problemas de fondo que nos aquejan. Y no, en este caso, no se trata de un avance hacia ese objetivo. La reforma para «fotocopiar para estudiar» constituye definitivamente un retroceso y desperdicia una oportunidad de oro para sentarnos a la mesa de negociación y exigir una reforma integral a la ley de derechos de autor (6683), a la ley de observancia (8039) y sus respectivos reglamentos en Costa Rica.

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Notas para lectorxs del blog:

En los comentarios encontrarán varias aclaraciones de lectores. Ojalá los lean.

* En una versión anterior yo decía que «todos tenemos una imprenta en casa». Ahora suavicé esa afirmación. Esa frase la uso en realidad cuando hablo de cómo, por mucho tiempo, parecía una transacción razonable renunciar a algunos derechos y otorgárselos a un intermediario (por ejemplo, una imprenta) porque no teníamos los medios para acceder a ese conocimiento si ellos no imprimían los libros. Ahora esa relación de dependencia no existe en la mayoría de los casos. La frase sacada de contexto en efecto se interpreta como una postura elitista. No todos tenemos computadora en casa.

* Una versión anterior planteaba la ocurrencia de que las editoriales incluyeran la leyenda: «Esta prohibición es nula si se copia un fragmento de la obra bajo estas condiciones…». Luego, mi amigo Gunnar Wolf me recordó que por ejemplo en México, esa excepción no existe. De ahí que editara ese párrafo.

La industria que se suicida y nos culpa a nosotros

Esta entrada se publicó originalmente en mi blog en 89decibeles

¿Han entrado últimamente a una tienda de discos?

Yo lo hice el sábado, como ejercicio nada más. No pensaba comprar nada pero quise hacer un monitoreo para confirmar mis sospechas.

¿Cuales eran esas sospechas? La primera, que iba a encontrar puros discos viejos. Así fue: el único disco reciente que encontré es el …little broken hearts de Norah Jones. La segunda, que iba a encontrar pura música para señores mayores de 50 años. Así fue: de haberle buscado un regalo a mi papá hubiera salido con unos diez buenos discos. La tercera, que en la tienda no iba a suceder nada interesante. Sobre esa, aclaro que eran las 10 de la mañana y acababan de subir la cortina metálica. Les daremos el beneficio de la duda.

No creo que muchos lo recuerden, pero en Barrio La California (donde ahora hay un salón de belleza, en un local ubicado casi al frente del AM.PM) estaba Auco Disco. En Auco Disco había un mae especialista en rock (Mauricio Alice) y otro, especialista en jazz (su nombre no lo recuerdo). En esa tienda se podían encontrar discos extraños, pero si no estaban, al menos se podía encontrar a alguien que decía: «No, no lo tenemos, pero qué excelente disco, es lo mejor que han sacado los de [inserte grupo aquí] porque después de que cambiaron de guitarrista, habían decaído un poco pero con ese disco están volando. Pero no, no lo tenemos, pero te recomiendo este de [inserte otro grupo] porque tiene un solo de guitarra en la canción seis que es increíble«.

Sucedía algo más o menos así, lo que quiere decir, que una llegaba a Auco Disco a las diez de la mañana y salía como a las cinco de la tarde con tres discos nuevos después de haber escuchado una selección de música espectacular. ¿Qué pasó con esas tiendas? ¿Las mató The Pirate Bay? ¡Esa es la respuesta facilista de la industria discográfica! La respuesta es, que esas tiendas jamás recibieron nada de esa industria que no fuera una factura de cobro. La industria -sobre todo en mercados prescindibles como el nuestro- se limitó a contratar artistas, encargarse de que grabaran un producto comerciable, a producir el objeto llamado disco y listo. A las emisoras de radio más comerciales, les pagan  para que programen las canciones – porque no es casualidad que «Mosa, mosa« sea el éxito del verano en toda América Latina ¿verdad? – pero ¿a las tiendas de discos? Nada.

Sigamos con esa idea: a las emisoras les pagan por programar cierta música. No debe esa idea hacernos creer que el mal gusto es culpa de las disqueras. No revelaré la fuente, pero sé que el éxito de la canción «Locura automática« de La Secta fue un legítimo golazo. Nadie pagó por ella. Esa canción llegó a número uno por ¿méritos? propios (no saben el esfuerzo que fue buscar esa cosa, no se las recomiendo). Lo mismo sucede en otras emisoras que no ponen reggaetón, como la que intenta salvar a la especie y donde ponen lo que nos gusta. Pero resulta, que todo eso que nos gusta no está disponible en ninguna tienda de discos en este país. Entonces, aunque quisiéramos comprar un disco o regalárselo a alguien eso es imposible. Y no me digan que es lo mismo que nos regalen un link o un disco repleto de MP3 descargados que un disco con portadita y libro, envuelto en papel de regalo.

Tal vez soy de la vieja escuela, pero el objeto fetiche disco sigue existiendo, no solo por la portada, sino por el sonido. Un MP3 de tres megas es como tomar café chorreado en una bolsa que ha sido usada ocho veces con la misma broza. Ese formato es lo peor que le ha podido ocurrir a la música y si tuviéramos algo de dignidad jamás compraríamos archivos digitales en Amazon o iTunes que no sean MP3 con una compresión aceptable. Eso, si pudiéramos comprarlos, porque ni eso es permitido. Como la industria musical no tiene interés alguno en resolver SU problema (que no es nuestro, es de esas compañías) ni siquiera ha resuelto cómo cobrar una descarga de MP3 donde se incluya el impuesto de importación (¡válgame, si es que descargar desde aquí un MP3 de un servidor en EEUU es una importación de un bien a Costa Rica!!!) para que no tengamos que marearnos entrando a los noventas en Titi Online a descubrir que no hay nada de Muse, Andrew Bird, The Killers, Death Cab for Cutie, Paramore, Björk… (créanme, los busqué todos, incluso a Norah Jones y a La Secta. Tampoco estaban).

Todo esto me lleva a la pregunta, la cual formulo con todo respeto (NOT): ¿¿¿Qué putas esperan que hagamos??? Es indignante; sobre todo porque en el mejor de los casos nos van a vender una descarga de un café aguado que no nos permitirá escuchar todos los detalles que sí nos permitiría un acetato o una menor compresión. En el peor de los casos, los grupos post-MP3 terminarán grabando música que no tendrá armónicos ni sonidos ocultos porque ¿pa qué? ¿si nadie lo va a oír?. Ya hasta lo admiten: «Además, algunos músicos e ingenieros de audio dicen que el formato MP3 está cambiando la forma en la que los estudios mezclan las grabaciones. Ellos dicen que el formato MP3 «aplana» las dinámicas — las diferencias en tono y volumen — en una canción. Como resultado, mucha de la nueva música que sale de la industria tiene un sonido similar, y no hay nada como un enfoque en crear una experiencia de escucha dinámica. ¿Para qué trabajar tan duro creando sonido complejo si nadie puede detectarlo?» (Rolling Stone, The Death of High Fidelity, 26 de diciembre de 2007, tomado de aquí).

Por eso no me sorprende el post de Adrián sobre la venta de discos viejos. El precio no tiene nada que ver. Las causas tienen que ver con el objeto fetiche disco y lo que significa o no significa para la gente que jamás ha comprado uno. Adrián también pregunta si alguien aquí sigue comprando discos. Le respondo que yo lo haría si en las tiendas vendieran algo de lo que me gusta. Lo hago a pesar de la náusea que siento al leer: «Este fonograma es una obra intelectual protegida en favor de su productor… SE PROHIBE SU COPIA TOTAL O PARCIAL…» (así, en mayúsculas, gritándole a quien solo es culpable de haber comprado el disco y defendiendo al productor, no al artista). Pero tengo clarísimo que casi nadie compra discos porque comprar discos ya no es una experiencia gratificante; porque si comprar un disco es hacer clic para esperar quince días a que llegue a la casilla, mejor damos el clic en un enlace de descarga.

Pero hay otra razón por la cual la gente no compra discos. En una de mis charlas sobre la dictadura del todos los derechos reservados, pregunté a los 30 estudiantes veinteañeros si habían comprado un disco alguna vez. Uno respondió que sí, porque es cantautor y comprendía el esfuerzo que significa hacer un disco, para un músico local de un país como el nuestro. Los demás jamás lo habían hecho. ¿Será posible entonces que esos jóvenes jamás hayan escuchado música de verdad? ¿Será posible que si no es por conciertos, lo que ellos consideran música es un conjunto de deslavados MP3 a punto de llenar 1 TB en su computadora? ¿La gente no compra discos porque no diferencia un sonido del otro?

No tengo muy claro a dónde quiero llegar. La industria discográfica es aborrecible. Una industria que en lugar de innovar se dedica a demandar a adolescentes por descargar canciones, a tratar de pasar leyes que restringen nuestras libertades en Internet, a colocar DRMs que nos convierten en rehenes de nuestros aparatos* y nos obliga a escuchar apenas el aroma de la música, merece todo mi desprecio. Si a esto le sumamos, que esa industria tampoco nos permite descargar sus migajas de forma legal porque no ha comprendido que la Internet no necesita de un furgón que atraviese las fronteras, además de mi desprecio merece toda mi lástima y mi más sentido pésame.

Pero también el pésame es para la música, la de verdad, la que no está comprimida debajo del zapato de un pésimo formato. También es para los músicos independientes que aún no se dan cuenta de que rogándole un espacio a esa industria solo se suman a la etiqueta de despreciables, cuando lo que merecen es que los frutos de su trabajo ingresen a su cuenta bancaria.

Sin embargo, hay muchas cosas buenas que han salido de todo este absurdo. Bien por los que se han unido a proyectos como el de Autómata (aunque sea en mp3) y por sueños hechos realidad como Musopen (que ha logrado que la música que es de dominio público en la teoría, lo sea en la práctica). Bien por la Electronic Frontier Foundation y la lista de abogados dispuestos a defender a las personas acusadas de descargar ilegalmente la música en los Estados Unidos. Bien por las licencias Creative Commons que permiten compartir libremente.

Todas esas son soluciones en crecimiento, aunque ninguna de ellas permite que yo pueda comprar el disco del panameño Carlos Méndez. Por suerte un amigo, que sabe que yo a Apple jamás le daré uno de mis cincos, me compró los archivos en iTunes. Se lo agradezco mucho, aunque hubiera preferido ir Auco Disco y que Mauricio me dijera que el EP del 2007 que tengo de Carlos, es mejor que el disco que grabó en el 2009.

* Mis aparatos no tienen DRM’s porque uso software libre. También uso el formato ogg.

La imagen es de verbeeldingskr8

Mars Curiosity

Había perdido valiosos minutos de mi tiempo, hecho berrinche en las redes sociales hasta que mi buen amigo Sergio (el-que-todo-lo-sabe) me dijo que era broma la entrada de Andy Borowitz sobre el CERN, la NASA y la pelea de niños. Lo dice ahí por todos lados pero estaba ya tan molesta con LF que ni leí. ¿Cómo se me ocurrió que semejantes científicos podían comportarse así? Tal vez porque he visto la actitud en las listas de correo y se ha señalado en los estudios sobre mujeres y ciencia… pero ese es duende de otro cuento.

El caso es que por eso la entrada se llamaba «Dear Cern people» y contenía una diatriba en contra de lo que consideré, el mayor irrespeto al público en los últimos siglos. Claramente perdí la fe en la humanidad, así que me alegro que fuera una broma y acepto haber pasado semejante color.

Pasamos entonces al tema…

Anoche, mientras celebraba y después de decir que Percival Lowell estaría muy decepcionado y que Carl Sagan estaría muy feliz si estuviera vivo, LF me contestó que en realidad el amartizaje (que no me da la gana llamarlo aterrizaje) del Curiosity no era un hito y que en realidad, no tenía un impacto ni similar al Bosón de Higgs. Dejé pendiente escribir algo sobre eso y cuando el mismo LF me pasó la nota me quedé con el hígado en la mano.

La carta entonces, es para quienes tienen la suerte de comprender profundamente el Bosón de Higgs, la Teoría de Cuerdas y todas esas cosas que muchos otros solo podemos apenas atisbar, mirar de lado y buscar videos en youtube para tratar de comprender. Es lo que hago yo, que solo soy una grupie de Carl Sagan y me he leído varias veces el capítulo de física cuántica de A Briefer History of Time no tanto por gusto, sino por difícil.

De anoche, no solo me maravilló el robot, las simulaciones… me fascinó que estábamos mirando. Me encantó la idea de sentir que formamos parte de esto y que a diferencia del Challenger y otros hechos importantes en la carrera espacial, esta vez no teníamos que conformarnos con lo que nos querían contar, podíamos buscar más.

Como comentamos en el primer Café Científico, existen razones para que ahora el Boson de Higgs (más allá de sus repercusiones importantísimas) y el Mars Curiosity ocupen las portadas de los medios de comunicación: la ciencia se está quedando sin financiamiento. De ahí que me parezca aún más hermoso que la gente común y silvestre como yo (que incluso cae en las redes de un comediante que escribe muy bien) se interese y trate de entender.

Por eso la frase de LF me chocó. Porque es elitismo puro pensar que el Higgs es importante y lo demás no. Porque entonces la ciencia que la gente sí puede comprender queda en segunda categoría y LA verdadera ciencia es la que es enigmática, cerrada y requiere de cuatro doctorados para alcanzarle sus talones.

Y el manejo que la NASA hizo ayer del espectáculo, fue una enorme lección. CERN people en Google + estaba haciendo una gran labor hasta el mes de julio, pero ahora están desparecidos. Ojalá a la NASA no le suceda lo mismo. Después de todo, tenemos dos años para acompañar a @marscuriosity en sus reportes.

Anoche dejé todo lo que estaba haciendo, participé del Google Hangout, discutí en twitter, defendí el financiamiento para la ciencia frente a quienes decían que es una lástima que se gaste dinero en estas cosas mientras hay gente que sigue muriendo de hambre. Y fue muy curioso para mí mirar desde el otro lado; ver a aquella que alguna vez fui (la que decía que no habíamos llegado a la luna y que aquello eran fotos de algún desierto) y sentirme feliz. ¿Qué es lo que ha cambiado? – me pregunté antes de dormir. Y la respuesta fue, que ahora ignoro menos o al menos sé cuánto ignoro (y a veces Sergio me lo dice). Mi acercamiento con la física y afines ha sido tardío pero apasionado y en parte aprendo para que mi sobrino disfrute de las noches de luna nueva con una tía que le pueda decir qué está viendo pero sobre todo, qué no está viendo.

Pero además, como me hizo ver Luis el otro día, cuando cambian los puntos de referencia, las cosas parecen estar en otro lugar. De pronto, la inmensidad del universo hace que cosas aparentemente importantes (como hacer una tormenta en un vaso de agua) se conviertan en un detalle sin importancia en medio de tan fascinante escenario en el que nos tocó vivir.

Por favor, no dejen de ver esto Carl Sagan: Blues for a red planet

Aquellos tiempos I

En estos días he recordado con lfleiva y una enorme nostalgia, la primer computadora que mi papá llevó a casa: una Commodore 64. Usaba diskettes de 5,25 pulgadas y sí, tardaba mucho en cargar pero en aquellos tiempos ni nos dábamos cuenta.

Por esos días, mis hermanos y yo iniciamos clases en una academia de computación (¿tal vez la primera academia privada de país? llamada Kínetos (que luego se convirtió en una empresa). Ahí iniciaba yo mis primeros pasos encendiendo la compu y dándole instrucciones una por una para que pudiera crear un directorio. Lamentablemente yo odiaba esas clases y pensaba – ¿de qué me sirve saber todo eso?. Lo acepto: yo fui una usuaria tipo Windows y cuando apareció ese sistema operativo que simplificaba todo y nos embruteció en masa, hasta me alegré… pero me curé cuando me estafaron con un Windows Millennium. Después de eso y habiendo probado el Star Office que alguien instaló en esa pobre computadora entorpecida, se abría el camino para esa duda: había algo más allá de Microsoft. Por suerte, era la época en que Apple dirigía sus tentáculos a los diseñadores gráficos únicamente. Jamás me lograron seducir.

Pero no venía yo a contar todo eso. Venía nada más a mostrarles el juego Bruce Lee. No podría contar cuántas horas pasé jugando esto con el joystick (confieso más: soy incapaz de jugar con el teclado. De ahí que los videojuegos post-joystick sean simplemente un gusto que no adquirí y no lo lamento). Miren la maravilla que encontré:

Bruce Lee

(ok… no funciona el empotrar video pero sigan el link)

Salir

Mi amigo Adrián Solís me hizo el enorme favor de recomendar una lectura: el artículo «Rethinking «Out of Africa»» del paleoantropólogo Christoper Stringer. Es el fundador y mayor defensor de la teoría sobre la evolución denominada «Out of Africa» (Salida de África).

El artículo es extenso e impresionante por la cantidad de elementos que abarca. Quise dejarlo registrado en este blog porque además de su tema central (los nuevos descubrimientos sobre la evolución del ser humano moderno) el artículo es en sí mismo una muestra de cómo avanza la ciencia (a partir de retomar conocimientos anteriores, remezclarlos, evaluarlos críticamente, demostrarlos o refutarlos, incluso cuando eso implica renunciar a teorías propias) y cómo el compartir conocimiento está en la base de todo el progreso en la ciencia. Pero el artículo también es una joya que muestra cómo ha ido avanzando la computación y cuál era la situación de los científicos hace apenas 20 años: «¡Así, lo que a mi me tomaba de hecho casi cuatro años puede lograrlo un buen estudiante ahora en unas pocas semanas!«.

Sobre el primer punto las lecciones son evidentes. Mientras en la actualidad existe una pugna con respecto al conocimiento abierto vs. la privatización de la ciencia e investigaciones básicas (algo que pasa evidentemente por el tema de financiamiento para la investigación cientfica básica en nuestros países), los países en desarrollo le hacen el juego a los países desarrollados y se convierten en maquila científica o permanecen retrasados por no tener recursos financieros para «consumir» el conocimiento privatizado (vean por ejemplo, el tema de revistas de medicina). Sobre el segundo punto, la inquietud central es si verdaderamente estamos aprovechando las ventajas que tenemos como generación. Sobre esto, recomiendo la charla de Conrad Wolfram «Teaching kids real math with computers» en Ted Talks).

Para las personas interesadas en el tema de la evolución, básicamente dice lo siguiente:

  • Recientemente se descubrió el linaje de los hobbit ‘Homo floresiensis’. No está claro aún si se trata de humanos o no. Se piensa que podrían corresponder a una especie surgida hace dos millones de años, la cual permanecería en aislamiento hasta su extinción hace unos 17 mil años.
  • Sobre el Homo erectus, lo que ya sabemos: especie originaria de África probablemente, originando linajes «que continúan en el Lejano Oriente en China y Java, pero que finalmente se extinguen. En Europa, tal vez dio origen a la especie Homo antecessor, «El hombre Pioneer», conocido en el sitio de Atapuerca en España. Una vez más, que se extinguen«.
  • En la parte occidental de Europa, se conoce de la especie Homo heidelbergensis, la cual se encontró en Europa, Asia y África. Se pensaba que existían dos rutas: los seres humanos modernos y los neandertales. «Pero ahora sabemos debido a los Denisovans, que de hecho heidelbergensis tuvo tres rutas. De hecho, los Denisovans parecen representar una rama del linaje Neandertal«.
  • «Al norte del Mediterráneo, la especie heidelbergensis dio lugar a los Neandertales y en el Lejano Oriente dio lugar a la Denisovans. En África heidelbergensis se convirtió en los humanos modernos, extendiéndose desde África hace unos 60.000 años, pero permaneciendo ahí por algún tiempo«. Y aquí es donde el artículo nos deja enormes preguntas. Se sabe ahora que aunque los Neandertales y Denisovans desaparecieron físicamente, genéticamente no se extinguieron. Los estudios recientes de ADN indican que en los humanos modernos (Neandertales en el oeste de Asia y Denisovans en el sureste de Asia) permanecen porcentajes de ADN de estas especies . Esto rompe con la idea de que los seres humanos modernos provenimos de forma absouta de África y evidentemente despierta muchas inquietudes:

Los científicos buscarán en el ADN y se preguntarán: ¿es funcional? ¿realmente hace algo en los cuerpos de esas personas? ¿Está afectando el cerebro, la anatomía, la fisiología, y así sucesivamente? Eso va a ser un foco enorme de investigación para los próximos años, porque por un lado, mirar estos genes ayudará decirnos qué es lo que en realidad hace Neandertal a un Neandertal, qué es lo que hace moderno a un ser humano moderno, qué hace aun Denisovan un Denisovan. Pero posiblemente también muestran que, como los multirregionalistas han argumentado en el pasado, los fósiles robustos encontrados en regiones como Australia podrían ser un reflejo del flujo de genes arcaicos.

 

Sinceramente, el artículo es una joya. El autor explica de la forma más sencilla posible el tema pero además, da una lección de ciencia que pocas veces haya leído en un artículo tan corto (al menos, para su enorme valor didáctico).